De innovación a INNOVACIÓN
- h06496
- May 16
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Ya ha pasado casi una docena de años desde que tuve una serie de conversaciones poderosísimas con Diego Parra, uno de los responsables de que la innovación hubiera dejado de ser una palabra poco usada a una que se escucha hasta cuando un gerente estornuda.
Entre cafés, pandebonos y uno que otro tabaco, en esas conversaciones hablábamos de “consultoría sensata”, y tejíamos reflexiones sobre desarrollo económico, enfoques más allá de la gestión de ideas, e impacto sistémico capaz de trascender los límites organizacionales. El último libro de Mariana Mazzucato me hizo recordar esas conversaciones y me ayudó a conectarme con las cuatro razones por la que me dio por fundar CorvusClan.
Pero antes de hablar de las cuatro razones quiero traer una semilla que sembró don Oliver Sacks por la época de las conversaciones poderosas con Diego Parra, y que me impulsó a emprender el camino que me trajo hasta acá y que aún no sé a dónde me va a terminar llevando. En “La isla de los ciegos al color” dice que un médico no puede ser médico si nunca ha sentido dolor. Por esa época yo llevaba casi diez años diciendo que hacía “consultoría en innovación”, pero en realidad nunca había “innovado” (ni con minúsculas ni con mayúsculas).
Ahora sí contaré las cuatro razones por las que nació CorvusClan.
Primero que todo, porque me empezó a parecer insoportable el montón de complicaciones que implican los sistemas de ideas y los proyectos de innovación que solía apoyar hasta hace ocho años. En un contexto en el que se normalizó hablar raro, poner mil pasos y meter metodologías complicadísimas y rayar miles de PostIts que después no se sabe cómo usar, nos propusimos apelar a la simplicidad de las conversaciones, los compromisos y la acción.
La segunda razón viene del dolor. Si bien no soy médico y ya como que no estoy en edad para convertirme en uno, me empezó a doler tremendamente que las iniciativas de innovación muchas veces tuvieran el permiso de demorarse eternidades en estrellarse contra la realidad. Y, claro, cuando se lanzaban resultaban siendo un fracaso, por varias razones: porque el mercado o la industria habían cambiado, o porque los equipos sólo se habían conectado con la realidad al principio del proceso, o porque la solución no tenía cómo ajustarse a los grupos de interés. Por eso nos propusimos estrellar cualquier solución desde el primer momento, aunque algunos acercamientos teóricos y metodologías digan que eso no se puede hacer.
La tercera razón por la que nació CorvusClan es porque empezamos a sospechar del poder de las ideas y descubrimos el poder de los compromisos. En estos años hemos comprobado que más vale un solo compromiso gestionable que mil ideas, por más que recorran muy fluidamente un sistema de compuertas, sean calificadas en Comités y sean “vendidas” en espacios al mejor estilo Shark Tank.
La cuarta razón por la que CorvusClan nació tiene una dimensión filosófica y una lingüística. Empezando por la dimensión filosófica, nos empezó a parecer curiosísimo que en muchas ocasiones el cierre de una iniciativa de innovación sea un “concepto” que no se ha chocado aún contra la realidad y que, además se presenta en un tiempo verbal que permite cualquier cosa, por medio de términos tan sospechosos como “generaría”, “impactaría” o “podría”. Esa es la dimensión lingüística. ¿Cómo es posible construir futuros si en lugar de hablar en presente perfecto o continuo nos agazapamos en el pospretérito?. En CorvusClan nos propusimos hacer que las cosas pasen y transformar la realidad, en lugar de diseñar conceptos que “parecerían” maravillosos.
En resumen, CorvusClan nació porque creemos que las organizaciones y los territorios pueden romper cuatro supuestos para pasar de la innovación con minúsculas a la INNOVACIÓN con mayúsculas que necesita Colombia y la región:
1. De complicaciones a simplicidad.
2. De eternidades a inmediatez.
3. De intenciones a compromisos.
4. De conceptos a realidad.
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